—Esto no va a
continuar más —le dijo a su
sombra—, de aquí en adelante
harás lo que te corresponde, o si no…
Peter se interrumpió al ver a su sombra volver la cabeza. Como si no le
prestara atención. Un desplante chulesco que terminó de enervarlo.
—¡Te haré
desaparecer!
La sombra río a carcajadas que no se oyeron, pero aun así se veían
estridentes.
—Tú te lo has
buscado —pensó Peter.
Y metiendo la mano en su faltriquera sacó una linterna.
La sombra se llevó la mano a la boca espantada y empezó a negar con la
cabeza ostensiblemente. Incluso se puso de rodillas juntando las manos en un
lamento tardío. Peter encendió la luz y la sombra desapareció.
— No eres nada —
susurró. Y diciendo esto abandonó la oscuridad para siempre.
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