Dime, ¿por qué diriges al otro?
Es cierto. Me descubro diciendo al otro lo que tiene que hacer. No puedo evitarlo.
¿Crees de verdad que sabes lo que es mejor para el otro?
Pues eso parece. Si no, no actuaría así.
Es decir, como tu vida es perfecta, ahora vas a hacer perfecta la vida de los demás ¿no?
Bueno, suena arrogante.
Solo me interesa si es cierto.
No, creo que no.
Entonces, dime: ¿por qué diriges al otro?
Para que me necesite. Para que dependa de mis consejos. Para convertirme en su dueño.
¿Tanto lo necesitas?
Sí, necesito que esté ahí para que escuche mis consejos, porque cuando sucede sé quien soy.
¿Y quién eres?
Soy el que da consejos.
Y si das consejos es porque eres superior.
Y si soy superior, entonces estoy salvado.