—Tenemos que preguntárselo al Nini, él lo sabrá.
La niña se llevó al mano a la boca intentando sujetar el espanto que le producía la propuesta de su amigo Marcelo. Su madre se lo había repetido desde que la razón hacía uso en ella: “no te acerques al Nini, tiene tratos con el demonio”, desde que esa frase quedó recogida en su cabeza lo evitaba. Salvo aquella vez que coincidieron en el ultramarinos, ella fue a comprar un quinto de garbanzos para echarlos al arroz cuando lo vio trasegando con botes de veneno en el estante pegado al de los garbanzos. Debía haberse ido pero no lo hizo, se acercó intentando flotar por el suelo y desprenderse de su propio olor pero el Nini volvió la cara justo cuando echaba mano a los garbanzos. Se le quedó fijo en la cara mirándola tan profundamente que se sintió palpada.
—Esta noche sangrarás —fue lo único que le dijo.
Ella salió corriendo olvidando los garbanzos y su madre solo pudo hacer arroz al que echó el cuartillo trasero de la rata que había comprado el día anterior a tío ratero. Las ratas se venían gordas ese año.
Cuando despertó se echó mano a la cara con un susto capaz de matar y suspiró al no encontrarse sangre. Aún temblando apartó el saquito relleno de alfalfa seca que le calentaba en las frías noches del llano y descorrió un pie para bajarse del catre cuando vio la mancha en las sábanas y entre sus piernas.
—No, al Nini no —le suplicó al Marcelo que mordía una paja para, según él, hacerse pensar.
—Pues entonces la perra morirá y tú te quedarás más sola que la una, sin madre y sin perra. Esto solo puede arreglarlo el Nini.
—Hace días que no le veo —intentó por último.
—Yo sé donde está, anda en las cañas con tío ratero vigilando las rateras, es época de cría y espantan los hurones para que no se coman las camadas, pero volverán para San Patricio y entonces, si aún vive la perra, hablaremos con él.
Ella no sabía cuando era San Patricio, pero por un instante deseó que la perra muriera para Santa Águeda, su santo, que era el domingo.
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El otro
El otro me enseña de mi. En realidad no veo al otro. Me veo en el otro.
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