Miro mis brazos
extendidos antes mis ojos
buscando cadenas.
Esas que siento que me sujetan
y no me dejan moverme
aprisionándome a eso que creo eres tú
o lo que pienso que debo ser yo.
Y ante su ausencia, me pregunto
donde están atadas, dónde amarradas.
Y pienso en mi como en aquellos reos
que más allá de barrotes, quedan prisioneros
mucho más adentro
de sus miedos, de sus deseos
que es como decir
de nuestra piel.
Cómo cortarlas
debiera ser algo no tan complicado.
Huir, escapar, esconderse
eso, no funciona.
Quizás bastaría con ignorarlas
hacer como si no existieran.
y saltar por encima, abandonando todo cuidado.
Inventar un soldado
que no quiere luchar
solo descender por el tobogán de lo que es.
Eligiéndolo
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