Imagina un árbol. Pero hazlo antes de que fuera nombrado por vez primera. Dime.
¿Qué le hace el nombre al árbol?
Lo determina.
Bien. ¿Y el árbol al nombre?
Le da significado.
Bien. Imagina ahora muchos árboles ¿Qué ves?
Un bosque.
Un bosque es la totalidad ¿No?
Sí, un bosque es la suma de todos los árboles.
Bien. ¿Si le quito un árbol al bosque, sigue habiendo bosque?
Sí.
¿Cuántos árboles debería quitar al bosque para que desapareciera?
No sé. ¿Todos?
Entonces, ¿un árbol es un bosque?
No.
Entonces…
No sé. No sé a partir de cuántos árboles hay un bosque.
Entonces, un bosque no da significado a la palabra.
Creo que no.
¿Y la palabra, determina la palabra al bosque?
Tampoco. No sé dónde empieza ni dónde termina un bosque.
Pero entonces. ¿Qué ocurre? El nombre determina lo nombrado. Lo hemos visto con el árbol. Yo lo nombro y tú lo imaginas. Está pues determinado. ¿Qué pasa con el bosque?
Pues ¿que no existe?
Bravo.
¿Y qué significa?
Que el todo no es la suma de sus partes.
¿Y entonces, qué es el todo?
Eso, es otra conversación.
Uaauuu!!! Me encantó!!! Sólo tú puedes escribir cosas así.
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