La verdad se empieza a entender cuando comprendemos que este mundo es efecto y no causa. El tiempo solo tiene sentido en un mundo donde las cosas cambian o terminan, pero si no existe el tiempo, entonces tampoco existe el mundo donde tiene sentido: este mundo.
viernes, 17 de septiembre de 2010
tacones
Es tarde, o quizás es que siempre fue temprano. Tarde para hablar, para escuchar. No lo entiendes. Estás tan lejos de entenderlo que da fatiga. Últimamente, siempre que te veo escucho lo mismo. Tus tacones alejándose al fondo del pasillo de mi corazón.
martes, 14 de septiembre de 2010
tu piel
Ahora solo me queda un deseo constante, al comienzo, de los que no arden. Suave y constante, flotable. Tu piel. Nunca me cansaría de tocarla, de lamerla, de tocarla, de tocarla, con las manos, con los dedos, con la lengua, con el rostro, con mi cuerpo. Tu piel lo invade todo y llena mi mente. Pero no es deseo, es como la necesidad de contemplar un bello cuadro, de leer una y otra vez un pasaje escrito que te eriza el cabello y se mete tan dentro de ti que forma parte de tu cuerpo. No es deseo. Tu piel es esa parte de mi vida que es hermosa.
Te quiero por tu piel.
Volver mañana
—Disculpe, ¿me podría decir dónde está este corazón? —le mostré la foto.
El funcionario me miró molesto desde su refugio acristalado, sin duda le había interrumpido en lo que estuviera haciendo que, aparentemente, era nada.
—Ventanilla 112 —me dijo.
Me apresuré consciente de que podía resbalar en el recién encerado suelo, atravesé un pasillo largo y acabé en una estancia llena de ventanillas. Mis pulmones se expandían buscando aire por la frenética carrera. Busqué el número sin detenerme, estaban dispuestos correlativamente.
Al llegar a la mía, había una cola enorme.
El funcionario me miró molesto desde su refugio acristalado, sin duda le había interrumpido en lo que estuviera haciendo que, aparentemente, era nada.
—Ventanilla 112 —me dijo.
Me apresuré consciente de que podía resbalar en el recién encerado suelo, atravesé un pasillo largo y acabé en una estancia llena de ventanillas. Mis pulmones se expandían buscando aire por la frenética carrera. Busqué el número sin detenerme, estaban dispuestos correlativamente.
Al llegar a la mía, había una cola enorme.
Malos vientos
La proa salpicaba gotas de mar en cada zambullida, salvaje, cruel, indómita. Noté como el agua mojaba mi rostro y la sal se quedaba en mis ojos, irritándolos. La fábrica de vientos nacidos donde el océano se acaba arrojaba sus creaciones contra el casco desviando una y otra vez el rumbo. Empezó a entrar agua y yo no recordaba dónde estaba la bomba de achique.
No podía salir bien. Icé la mayor y el barco se estremeció, solté el timón y la proa trazó una curva girando hasta colocarse a favor del viento. Dejó de entrar agua, y el rumbo se fijó, el viento se convirtió en mi amigo y volamos sobre las olas. Entonces se acabaron las dudas y comprendí. No hay vientos malos ni buenos, sólo barcos mal orientados.
No podía salir bien. Icé la mayor y el barco se estremeció, solté el timón y la proa trazó una curva girando hasta colocarse a favor del viento. Dejó de entrar agua, y el rumbo se fijó, el viento se convirtió en mi amigo y volamos sobre las olas. Entonces se acabaron las dudas y comprendí. No hay vientos malos ni buenos, sólo barcos mal orientados.
Poema de amor y nicotina
Supe que lo nuestro había terminado
cuando encontré mi cajetilla de tabaco vacía.
Ella, antes, siempre me dejaba un cigarrillo
para después de desayunar,
antes, cuando yo le importaba.
Ahora se fuma todo mi tabaco
y me deja la cajetilla, vacía y cerrada,
encima de la mesa de la cocina.
Lleno de esperanza y ansiedad
corro esperando algún cigarrillo que diga
aún te quiero
pero está vacía como una carta de despedida
sin palabras.
cuando encontré mi cajetilla de tabaco vacía.
Ella, antes, siempre me dejaba un cigarrillo
para después de desayunar,
antes, cuando yo le importaba.
Ahora se fuma todo mi tabaco
y me deja la cajetilla, vacía y cerrada,
encima de la mesa de la cocina.
Lleno de esperanza y ansiedad
corro esperando algún cigarrillo que diga
aún te quiero
pero está vacía como una carta de despedida
sin palabras.
Relatividad
Imagina un lecho dormido
donde sueño con los ojos cerrados.
Imagina que no hay futuro
que ya no hay ni pasado.
Imagina que no habrá más minutos
como este que te estoy contando,
imagina que nada importa
imagina que me has perdonado
Quedando solo este instante
donde lo demás, pueda ser olvidado.
Para que deje entre nosotros
ese espacio que coge en un minuto
donde solo cabe un abrazo.
donde sueño con los ojos cerrados.
Imagina que no hay futuro
que ya no hay ni pasado.
Imagina que no habrá más minutos
como este que te estoy contando,
imagina que nada importa
imagina que me has perdonado
Quedando solo este instante
donde lo demás, pueda ser olvidado.
Para que deje entre nosotros
ese espacio que coge en un minuto
donde solo cabe un abrazo.
una rosa de una cara
Hay una rosa en un jardín,
mustia y con la mirada baja
las hojas empobrecidas
y por su peso, doblada.
La tierra es negra
—digo la tierra que la abraza—
sus labios, que eran carmesí
ahora son solo miradas.
Y contempla su tallo que se arruga
dejando de ser rosa, para ser
rama,
esa rosa postrada al tiempo
cayendo como caen
de tus ojos
todas las lágrimas.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Guardado en una esquina
Fue en una calle, apenas sin esquinas,
sin cruces ni despedidas
donde te dejé partir
para que buscaras un sitio sin dolor
donde no existiera el adiós
donde pudieras no llorar sin ser feliz.
Hay un cuarto al final
donde guardo tu nombre en un bosquejo
por si algún día toca regresar
en busca de lo que ahora
son tan sólo recuerdos.
jueves, 2 de septiembre de 2010
Duelo al sol
La cuerda hizo gruñir la polea, su invisible ánima reverberó en el patio de luces violando un silencio vespertino que siempre me molestaba. He de engrasar el mecanismo —me conjuré—, sabiendo que nunca lo haría.
Entre los silencios de esos gañidos de piezas muertas tendí mis ropas, echando en falta las suyas; y a pesar de esforzarme en no dejar huecos donde cupiera su nombre no pude evitar un sentimiento de condena.
La que suponía tender cada mañana mi soledad al sol.
lunes, 30 de agosto de 2010
Deudas y balances
Me acuerdo de ti
cuando estoy triste.
Y de ti, y de ti, de ti también
quizás porque una vez te sentí triste
y no supe hablarte.
Eso te debo
y por ello me acuerdo de ti
intentando pagar con el recuerdo
lo que, sin duda, te debe mi voz.
cuando estoy triste.
Y de ti, y de ti, de ti también
quizás porque una vez te sentí triste
y no supe hablarte.
Eso te debo
y por ello me acuerdo de ti
intentando pagar con el recuerdo
lo que, sin duda, te debe mi voz.
Hablando de todo un poco
¿Por qué es tan difícil?
Dame una respuesta sencilla,
una que pueda manejar
romperla en mil trozos
matarla
y así
poder llegar a ti
siendo yo
y no ese extraño.
Dame una respuesta sencilla,
una que pueda manejar
romperla en mil trozos
matarla
y así
poder llegar a ti
siendo yo
y no ese extraño.
Barrotes
A veces soy cárcel
y pongo barrotes de silencio
rejas, que no dejan entrar
ni me dejan salir.
A veces soy cárcel
y carcelero.
y pongo barrotes de silencio
rejas, que no dejan entrar
ni me dejan salir.
A veces soy cárcel
y carcelero.
Non cuitas paraverum
A la rata —explicó el Nini— no se la puede envenenar, pues entonces no se la puede comer y si te la comes andarás con cagalera tres días con sus tres noches y si no comes sopa de hinojo arrancado a la luz de la luna se te echará la sangre a perder y se te volverá negra. A la rata hay que matarla de un solo golpe debajo del hocico, hundiéndole los dientes que le crecen sin parar y se comunican directamente con la cabeza, al hundirle el hocico le matas el cerebro y se queda con la sangre aún circulando por el cuerpo, así duran frescas seis horas. Esa es la forma de matar una rata.
El Nini (homenaje a Delibes)
—Tenemos que preguntárselo al Nini, él lo sabrá.
La niña se llevó al mano a la boca intentando sujetar el espanto que le producía la propuesta de su amigo Marcelo. Su madre se lo había repetido desde que la razón hacía uso en ella: “no te acerques al Nini, tiene tratos con el demonio”, desde que esa frase quedó recogida en su cabeza lo evitaba. Salvo aquella vez que coincidieron en el ultramarinos, ella fue a comprar un quinto de garbanzos para echarlos al arroz cuando lo vio trasegando con botes de veneno en el estante pegado al de los garbanzos. Debía haberse ido pero no lo hizo, se acercó intentando flotar por el suelo y desprenderse de su propio olor pero el Nini volvió la cara justo cuando echaba mano a los garbanzos. Se le quedó fijo en la cara mirándola tan profundamente que se sintió palpada.
—Esta noche sangrarás —fue lo único que le dijo.
Ella salió corriendo olvidando los garbanzos y su madre solo pudo hacer arroz al que echó el cuartillo trasero de la rata que había comprado el día anterior a tío ratero. Las ratas se venían gordas ese año.
Cuando despertó se echó mano a la cara con un susto capaz de matar y suspiró al no encontrarse sangre. Aún temblando apartó el saquito relleno de alfalfa seca que le calentaba en las frías noches del llano y descorrió un pie para bajarse del catre cuando vio la mancha en las sábanas y entre sus piernas.
—No, al Nini no —le suplicó al Marcelo que mordía una paja para, según él, hacerse pensar.
—Pues entonces la perra morirá y tú te quedarás más sola que la una, sin madre y sin perra. Esto solo puede arreglarlo el Nini.
—Hace días que no le veo —intentó por último.
—Yo sé donde está, anda en las cañas con tío ratero vigilando las rateras, es época de cría y espantan los hurones para que no se coman las camadas, pero volverán para San Patricio y entonces, si aún vive la perra, hablaremos con él.
Ella no sabía cuando era San Patricio, pero por un instante deseó que la perra muriera para Santa Águeda, su santo, que era el domingo.
La niña se llevó al mano a la boca intentando sujetar el espanto que le producía la propuesta de su amigo Marcelo. Su madre se lo había repetido desde que la razón hacía uso en ella: “no te acerques al Nini, tiene tratos con el demonio”, desde que esa frase quedó recogida en su cabeza lo evitaba. Salvo aquella vez que coincidieron en el ultramarinos, ella fue a comprar un quinto de garbanzos para echarlos al arroz cuando lo vio trasegando con botes de veneno en el estante pegado al de los garbanzos. Debía haberse ido pero no lo hizo, se acercó intentando flotar por el suelo y desprenderse de su propio olor pero el Nini volvió la cara justo cuando echaba mano a los garbanzos. Se le quedó fijo en la cara mirándola tan profundamente que se sintió palpada.
—Esta noche sangrarás —fue lo único que le dijo.
Ella salió corriendo olvidando los garbanzos y su madre solo pudo hacer arroz al que echó el cuartillo trasero de la rata que había comprado el día anterior a tío ratero. Las ratas se venían gordas ese año.
Cuando despertó se echó mano a la cara con un susto capaz de matar y suspiró al no encontrarse sangre. Aún temblando apartó el saquito relleno de alfalfa seca que le calentaba en las frías noches del llano y descorrió un pie para bajarse del catre cuando vio la mancha en las sábanas y entre sus piernas.
—No, al Nini no —le suplicó al Marcelo que mordía una paja para, según él, hacerse pensar.
—Pues entonces la perra morirá y tú te quedarás más sola que la una, sin madre y sin perra. Esto solo puede arreglarlo el Nini.
—Hace días que no le veo —intentó por último.
—Yo sé donde está, anda en las cañas con tío ratero vigilando las rateras, es época de cría y espantan los hurones para que no se coman las camadas, pero volverán para San Patricio y entonces, si aún vive la perra, hablaremos con él.
Ella no sabía cuando era San Patricio, pero por un instante deseó que la perra muriera para Santa Águeda, su santo, que era el domingo.
sábado, 28 de agosto de 2010
Agitar antes de usar
Cómo escribir poesía,
cuando el sentimiento es blanco y liso como un papel.
No es posible escribir poesía
vestido de domingo, con el pelo engominado
y la pasión de un saludo en el ascensor.
Sin llagas que supuren ni rotos que coser.
No es poesía lo que no se siente,
no es sentido lo que es ausente de dolor,
y no hay dolor en los días de la semana.
Ya no puedo escribir poesía
sin noches en vela,
ni barcos donde naufragar.
cuando el sentimiento es blanco y liso como un papel.
No es posible escribir poesía
vestido de domingo, con el pelo engominado
y la pasión de un saludo en el ascensor.
Sin llagas que supuren ni rotos que coser.
No es poesía lo que no se siente,
no es sentido lo que es ausente de dolor,
y no hay dolor en los días de la semana.
Ya no puedo escribir poesía
sin noches en vela,
ni barcos donde naufragar.
El mono Antxón
El mono Antxón ha robado una depiladora, una máquina para quitarse los pelos. Se lo ha visto hacer a Doria, la mujer del cuidador del zoo. El mono Antxón se la quitó cuando Doria estaba depilándose las piernas y fue a por una coca-cola, la cogió sin permiso y ahora la pasa una y otra vez por sus brazos. Pero el mono Antxón no sabe que hay que encenderla con un botoncito. Así que no se le quitan los pelos.
Un día, accidentalemnte, mientras estaba observando muy de cerca a la depiladora la encendió sin querer con la nariz y se afeitó la mitad de la cara. Muy contento, se puedo manos a la obra y se depiló los brazos. Después fue a que su cuidador le comprara una camisa de cuadros de manga larga. Pero el cuidador reconoció la depiladora y se enfadó mucho.
Ahora el mono Antxón es el mono más raro del zoo pues tiene la mitad de la cara afeitada y ni un solo pelo en los brazos.
el tobogan
Hay un niño enfadado en el fondo de la habitación, se nota que lo está pues tiene la cara arrugada en una mueca que no deja de ser graciosa, sin embargo sus ojos destilan odio.
-¿Qué ocurre? —me atrevo a preguntarle.
-Quiero un tobogán.
-Bueno, eso no parece muy difícil ¿Por qué no se lo has pedido a los Reyes Magos?.
-Lo he hecho y me han traído ese —dice señalando un tobogan amarillo que yo no había visto. Después sigue con la explicación—, pero el que yo pedí era uno largo. Uno que llegara hasta el mar.
-Ah!, al mar, ni más ni menos.
-Sí, nunca me han llevado al mar y yo quiero ir al mar, el tobogán era una buena idea pero no me lo han traído, ahora jamás iré al mar.
- Pero...¿Por qué?, eres muy pequeño, tienes mucho tiempo para ir al mar.
El niño me miró y despacio se quitó la gorra que le cubría la cabeza. No, él jamás iría al mar.
-¿Qué ocurre? —me atrevo a preguntarle.
-Quiero un tobogán.
-Bueno, eso no parece muy difícil ¿Por qué no se lo has pedido a los Reyes Magos?.
-Lo he hecho y me han traído ese —dice señalando un tobogan amarillo que yo no había visto. Después sigue con la explicación—, pero el que yo pedí era uno largo. Uno que llegara hasta el mar.
-Ah!, al mar, ni más ni menos.
-Sí, nunca me han llevado al mar y yo quiero ir al mar, el tobogán era una buena idea pero no me lo han traído, ahora jamás iré al mar.
- Pero...¿Por qué?, eres muy pequeño, tienes mucho tiempo para ir al mar.
El niño me miró y despacio se quitó la gorra que le cubría la cabeza. No, él jamás iría al mar.
viernes, 27 de agosto de 2010
A, de quizás.
Algunas veces, la vida de alguien que se dedica a escribir, sin ser escritor, transcurre entre sus escritos.
Es en esas ocasiones cuando realmente odio no ser escritor.
Es en esas ocasiones cuando realmente odio no ser escritor.
el pez
Había pasado el día trotando con sus pensamientos, sin detenerse especialmente en ninguno. Ponía el cebo de manera mecánica, primero abría la lombriz, después la partía en pedacitos que ensartaba y ataba con sedal al anzuelo para, finalmente, lanzar la caña con fuerza. El carrete producía un sonido metálico al desenrollarse. Después volvía a tararear imágenes en su cabeza.
Apenas sintió el primer tirón supo que era grande, le dejó sedal para evitar que se rompiera, el hilo se hundió rápidamente en el agua y aprovechó para afincarse con las botas en el lodo. Enrolló despacio la caña hasta que sintió el peso del pez y dio un fuerte tirón, el animal saltó del agua mostrándose. Era el más grande que había visto.
Estuvieron luchando durante dos largas horas, ambos esperaban lo mismo, que el otro se agotara, que se rindiera. Sin embargo, la lucha era desigual en sus comienzos pues el pez lo hacía por su vida y el hombre no. El pez cedió.
Lo cogió entre sus manos y sacó la mitad de su cuerpo del agua, era un hermoso ejemplar. Sin duda el más bonito que había visto nunca. Tenía el cuchillo en la cercana orilla, el pez boqueaba por el esfuerzo y la falta de aire, pesaba. Pesaba mucho.
Arrastró el pez a la orilla y cogió el cuchillo, soportó el peso con un solo brazo y el pez se movió a punto de quebrarlo pero el hombre aguantó. Decidido, asestó un certero tajo cortando el sedal, después arrojó el cuchillo. Introdujo su mano en la boca y le quitó el anzuelo.
Un hermoso ejemplar.
El hombre lo dejó ir acariciándole el lomo sabiendo que ese pez jamás volvería a ser pescado pues los peces aprenden, igual que los toros.
Siempre que contaba esta historia en los bares de pescadores terminaban preguntándole lo mismo.
¿Por qué?
Y él siempre daba la misma contestación. Pesaba demasiado.
Apenas sintió el primer tirón supo que era grande, le dejó sedal para evitar que se rompiera, el hilo se hundió rápidamente en el agua y aprovechó para afincarse con las botas en el lodo. Enrolló despacio la caña hasta que sintió el peso del pez y dio un fuerte tirón, el animal saltó del agua mostrándose. Era el más grande que había visto.
Estuvieron luchando durante dos largas horas, ambos esperaban lo mismo, que el otro se agotara, que se rindiera. Sin embargo, la lucha era desigual en sus comienzos pues el pez lo hacía por su vida y el hombre no. El pez cedió.
Lo cogió entre sus manos y sacó la mitad de su cuerpo del agua, era un hermoso ejemplar. Sin duda el más bonito que había visto nunca. Tenía el cuchillo en la cercana orilla, el pez boqueaba por el esfuerzo y la falta de aire, pesaba. Pesaba mucho.
Arrastró el pez a la orilla y cogió el cuchillo, soportó el peso con un solo brazo y el pez se movió a punto de quebrarlo pero el hombre aguantó. Decidido, asestó un certero tajo cortando el sedal, después arrojó el cuchillo. Introdujo su mano en la boca y le quitó el anzuelo.
Un hermoso ejemplar.
El hombre lo dejó ir acariciándole el lomo sabiendo que ese pez jamás volvería a ser pescado pues los peces aprenden, igual que los toros.
Siempre que contaba esta historia en los bares de pescadores terminaban preguntándole lo mismo.
¿Por qué?
Y él siempre daba la misma contestación. Pesaba demasiado.
jueves, 26 de agosto de 2010
Pasado pluscuamperfecto
Escribir se vuelve un espejo. De eso te das cuenta cuando relees escritos propios y antiguos. Muchas veces no te reconoces en ellos y llegas dudar si, en realidad, son tuyos.
Mios no son, desde luego.
Mios no son, desde luego.
Historia de un silencio
Si estas palabras que escribo
no hubieran muerto en mi boca
que entre dientes apretados
las dejaron sin nacer.
Si sin oírme me hubieras oído
cómo esculpía tu cuerpo en roca
imaginando en él mis manos
andándote despacio, sin correr.
Si no estuviera prohibido
por esta razón que se ha vuelto loca
te hubiera envuelto en un abrazo
para que hubieras mirado mi querer.
Si mi silencio hubiera sido grito
si el mar crece cuando un río se ahoga,
hoy te vi más guapa que nunca
y me callé palabras,
y me ahogué en tu sombra.
Reglas
Siempre es mejor callar cuando no se tiene nada interesante que decir. Esta regla tiene tres excepciones: Cuando te estás ahogando, cuando te preguntan por una calle y cuando una mujer te dice una frase que empiece "no hace falta que digas nada..."
El regreso
Lo que realmente restringe el buceo con aire comprimido es la narcosis de nitrógeno o borrachera de las profundidades, limitando la profundidad a 30 metros. SÍNTOMAS: Disuelto en el tejido cerebral, el nitrógeno actúa como un gas anestésico: Sensación de tranquilidad, dificultad de concentración, euforia o pérdida de la noción de peligro. Finalmente Inconsciencia.
Siempre estuvo un poco loca, insistió en bajar. Yo iba recitando la tabla del nueve, cuando me percaté que tenía dudas en la solución de 9x3, dejé de descender.
Ella se perdió en la bruma de las profundidades, aún veía el brillo de su linterna, dudé en perseguirla. Un vistazo a mi manómetro de aire terminó por decidirme, la aguja marcaba la zona roja.
Tenía que subir o me ahogaría.
Todos los años regresaba al mismo sitio y hacía una inmersión cada vez más profunda, el curso de nitrox me permitía bajar con relativa seguridad más metros.
Ese verano, a la luz de mi linterna me pareció ver un reflejo: es ella —pensé—. Tenía que recuperar el cadáver. Comprobé el manómetro, marcaba 150. Aún me quedaba suficiente aire.
Y bajé.
Bancos de sargos me rodeaban pero no había venido a ver peces. De pronto apareció, me cogió de la mano y dijo:”Ven, ahí abajo está la felicidad”.
No lo dudé.
Siempre estuvo un poco loca, insistió en bajar. Yo iba recitando la tabla del nueve, cuando me percaté que tenía dudas en la solución de 9x3, dejé de descender.
Ella se perdió en la bruma de las profundidades, aún veía el brillo de su linterna, dudé en perseguirla. Un vistazo a mi manómetro de aire terminó por decidirme, la aguja marcaba la zona roja.
Tenía que subir o me ahogaría.
Todos los años regresaba al mismo sitio y hacía una inmersión cada vez más profunda, el curso de nitrox me permitía bajar con relativa seguridad más metros.
Ese verano, a la luz de mi linterna me pareció ver un reflejo: es ella —pensé—. Tenía que recuperar el cadáver. Comprobé el manómetro, marcaba 150. Aún me quedaba suficiente aire.
Y bajé.
Bancos de sargos me rodeaban pero no había venido a ver peces. De pronto apareció, me cogió de la mano y dijo:”Ven, ahí abajo está la felicidad”.
No lo dudé.
En la noche sonó un portazo
Al ver la moqueta se fijó en sus zapatos que estaban tan llenos de barro que le pesaban. Como su alma. Pensó en quitárselos. Pero en lugar de ello cerró de nuevo la puerta y se fue para siempre.
martes, 24 de agosto de 2010
En un bar, casi a oscuras
Cada día se hace más y más grande, el hueco que dejamos de rellenar con paletadas de tú, de yo. No suman las ganas que dejamos a la fuerza, sin caer en la tentación de explicar las razones, haciéndolo pues, más difícil. Y es que motivos nos sobran, tanto para ir, como para venir. Tantos que no pueden ponerse en una balanza, sin que los platillos, en lugar de juzgar, se rompan.
Queda un bar casi a oscuras, donde nuestras almas hablan a solas, apenas iluminada por la luz que encienden nuestros cigarrillos que elevan humos que hacen visible nuestro interior. Quizás deshecho, quizás desapareciendo.
No puedo apagar una voz que me habla. Ojalá se callara ya.
lunes, 23 de agosto de 2010
espinas
Y a la tercera, ella, tampoco se dió por vencida, así que él cogió una rosa y, aprisionando su cabeza contra el suelo, empezó a golpearla, una y otra vez, tan fuerte como fue capaz y mientras, con voz melosa, le repetía: te quiero, te quiero, te quiero. Y así continuó hasta que el último pétalo se desprendió y solo quedaron espinas.
Yo lo vi, así sucedió.
círculos
Creo que, en el fondo, cada una de nuestras vidas son círculos, solo sabemos andar alrededor de nosotros mismos, buscando “eso” que nos falta, y usando “aquello” que nos impulsa.
Por eso, siempre encontramos lo mismo. Una y otra vez.
La noche y la espada
Hoy vengo a matarte, noche
a enseñarte el reflejo de mi daga
a buscarte aunque te escondas
ya no verás más el alba
Te escucho sombra herida
dime qué le hice a tu alma
para que quieras mi muerte
hundiendo en mí tu espada
Te mato porque soy celoso
de tu luna, tus estrellas y tus hadas
estoy aquí porque tú me robas
un corazón, ... el de mi amada
Eres loco y amante
justo lo que por mis dominios andan
pero yo soy espacio y no hombre
yo tengo lugar, pero no alma.
Pero eres tú quien la mira
asomándote a su ventana
desnuda con su piel oscura
antes de irse a la cama,
eres tú quien la arropa
cuando vierte sus lágrimas
mientras escribe versos heridos
que después abren mis entrañas,
eres tú quien duerme con ella
y en sus sueños quien la abraza
eres su amor escondido.
Tú eres quien roba a mi dama.
Soy amante de la luna
poseedor de reflejos y miradas
soy esa inoportuna
que interrumpe la vida hasta el alba
soy amiga de la muerte
que viene a verme, en silencio, pues no habla…
Y sí, soy su amante ...,el de tu amada
que me mira preguntando
donde está lo que le falta.
Y yo le digo al oído
que te vi entre sombras
Y ella qué te dice?
Ella no me dice nada.
miércoles, 18 de agosto de 2010
manolo
Tengo un nuevo amigo, se llama Manolo. En realidad es un vecino y solo hemos salido tres veces juntos con la bici pero los tíos somos así, necesitamos poco para establecer un nexo que acabe en amistad, y esto acabará en amistad. Hoy, después de la ruta, me ha sugerido tomar una cerveza en su casa, lo ha hecho de corazón pero yo he rehusado, no me fío de su mujer.
Mi nuevo amigo Manolo me recuerda a Alfredo Landa en aquellas películas del "macho ibérico", por ejemplo, hoy me ha contado una anécdota muy buena que sirve de ejemplo gráfico.
Manolo emigró a Barcelona y estuvo trabajando en el transporte durante años, después volvió a Jaén. En una de sus primeras salidas fue a Granada, a la Alhambra, y se encontró con una gitana que le leyó la mano y le pidió mil pelas. Manolo le dijo que nones —bueno es Manolo—, pero apareció un gitano con patillas y le dijo algo como..."tú verás, o pagas, o esta te echa un mal de ojo que te dura esta vida y la siguiente"...; Manolo pagó, pero esa puntilla le escoció. Al día siguiente se fue al hiper que hay en Granada junto a la estación de autobuses. Según Manolo, en aquellos tiempos acababan de poner lo de los carritos con monedas y en Barcelona aún no había de esos, así que cuando llegó al hiper vio a un señor que estaba descargando el carro y se lo pidió, el susodicho señor le dijo..."sí, por supuesto, pero me tienes que dar cien pesetas"...,Manolo, que aún estaba escocío por lo de la gitana le contestó..."y un par de cojones te voy a dar ¿es que el carro es tuyo?"...a lo que el señor del carro contestó, bueno, pues si no me los das a mí, tendrás que meterlos en el carrito cuando lo cojas de la hilera...Manolo comprendió entonces y quiso que se lo tragara la tierra. Pero así son los Alfredos Landas, ellos disparan primero.
Fases
La realidad es interpretada, por ello no existe una realidad. Uno puede pensar que hechos como las fases de la luna son eso y nada más, y para todos. Pero hasta en las evidencias más contundentes hay más de una interpretación, pues yo no vi la luna crecer y morir, sino un resumen de lo que fuimos tu y yo.
lunes, 16 de agosto de 2010
Halleluyah'
Hay adioses que no despiden y holas que no saludan. Como hogares que no abrigan, sábanas que despiertan limpias tras noches enredadas y pasiones sostenidas con apenas pespuntes de hilos mal cosidos. Es el martillo que golpea al yunque una y otra vez, como si pretendiera romperlo para conseguir, apenas, una música constante y monótona que esconde el ruido de su derrota. Nunca fue intención del rio horadar la montaña, como tampoco quiso la palabra siempre durar eternamente. Casi nunca es siempre. Casi siempre se acaba. Y moverte entre sombras no evitará que te alcance, una luz, un relámpago, un rayo infinito, un latido que te recordará el compás de esa suerte a la que debes cualquier respiro, todas tus mañanas y solo algunas de tus noches. Esas en que pudiste mirarlas a los ojos y dormir tranquilo, incluso morir.
Mary
domingo, 15 de agosto de 2010
melodía
Siempre adivino que eres tú
cuando el teléfono suena
con la misma melodía.
O quizás es que siempre temo que seas tú
cuando la misma melodía suena.
No sé qué hablarte
mientras tus reproches suenan, ya
a una misma melodía
aunque
entre requiems, a veces suena un piano.
No sé qué decirte
para afinar
esta eterna despedida.
cuando el teléfono suena
con la misma melodía.
O quizás es que siempre temo que seas tú
cuando la misma melodía suena.
No sé qué hablarte
mientras tus reproches suenan, ya
a una misma melodía
aunque
entre requiems, a veces suena un piano.
No sé qué decirte
para afinar
esta eterna despedida.
Pensamientos ocultos
Creo que el olvido es como un tapón para una bañera más o menos llena de agua. Solamente hay que olvidar a tiempo, antes que este se ocupe de tergiversar los recuerdos y de lugar a que se desborden, te inunden y terminen ahogándote.
viernes, 13 de agosto de 2010
Vacío
lunes, 26 de julio de 2010
Poemas y balances
Me acuerdo de ti
cuando estoy triste.
Y de ti, y de ti, de ti también
quizás porque una vez te sentí triste
y no supe hablarte.
Eso te debo
y por ello me acuerdo de ti
intentando pagar con el recuerdo
lo que, sin duda, te debe mi voz.
cuando estoy triste.
Y de ti, y de ti, de ti también
quizás porque una vez te sentí triste
y no supe hablarte.
Eso te debo
y por ello me acuerdo de ti
intentando pagar con el recuerdo
lo que, sin duda, te debe mi voz.
galope de pensamientos en frenética huída
La paz, que es pariente de la soledad, muerde el intestino. En bulla que traen sonrisas, atropellaréis pensamientos cargados de soledades, y ellos huirán, como la paz, que es cobarde ante un gentío, pues teme que la reconozcan.
viernes, 23 de julio de 2010
sillas
Me levante de la silla dejando el cojín arrugado y di la vuelta para coger su respaldo y empujarla donde debía dormir, enterrada bajo la mesa. Junto a cinco mas. Todo quedo en su sitio excepto yo, me di cuenta de ello inmediatamente y retire de nuevo la silla y me senté, las otras eran intocables por diferentes razones ¿si guardaba esa silla, donde me sentaría? Permanecí pensando en ello mientras el asiento empezó a incomodarme, algo me decía que se convertiría en mi tumba. A la mierda. Otra vez bajo la mesa. No me sentaría y punto. Aunque estuviera cansado. Estaba harto de esa silla. Me senté en la mesa, dura como un demonio pero duré poco. También probé en el suelo, pero las sillas empezaron a reírse de mi ¿para qué quieres sillas?, me decían. Joder. Iros a la mierda. Sois un engaño, me ofrecéis asiento y os quedáis conmigo, yo solo quiero descansar un momento para seguir, pero os empeñáis en dejarme pegado a vosotras, me arrulláis como sirenas hasta que no tengo deseos de levantarme. Puercas.
jueves, 22 de julio de 2010
disfraces
Nena,
tus ojos no saben mentir.
La próxima vez
que me beses,
ciérralos.
Y así, cuando escuche que me dices
"fóllame"
no oiré las palabras
"te quiero".
tus ojos no saben mentir.
La próxima vez
que me beses,
ciérralos.
Y así, cuando escuche que me dices
"fóllame"
no oiré las palabras
"te quiero".
martes, 20 de julio de 2010
tch
No quiero volver a la montaña rusa.
No quiero.
He dicho que ! N O Q U I E R O !
joder, voy a volver.
No quiero.
He dicho que ! N O Q U I E R O !
joder, voy a volver.
tu
Cuando venga ese día
que llegará
y el saco esté lleno de harturas
gobierne el impulso mis razones
y no quiera librar batallas en guerras perdidas.
Romperé en mil trozos lo guardado
gritaré a oídos sordos la palabra basta
y enfrentaré destinos
obligando a desencuentros.
Y pagaré con la sangre
que una vez yo derramé
y será justo.
Y nadie, salvo una, entenderá
que hay razones que la razón no entiende
Se que la razón me llevó hasta aquí
y estuvo bien.
Pero ahora es el corazón quien manda
y no puedo hacer nada para evitarlo.
la rusa
Me ha escrito una rusa. Me envía dos fotos. Esta buenísima. Yo estoy convencido de que se trata de un timo de esos de rusas, claro, he leído algo en la red, al final, por lo visto, acaban pidiéndote dinero y cuando lo envías se acaba la cosa y te quedas sin dinero y sin rusa.
Bueno, pero las dos fotos que me ha enviado me tienen loco, lo confieso, sobre todo una de ellas. No esta desnuda, pero no hace falta. Esta buenísima ¿lo he dicho ya?. Me tiene enamorado. Claro que el google lo estropea todo, su carta, traducida por el miserable ya mencionado, la hacen parecer tonta. Pero esta muy buena, la belleza, sin duda, se esconde en el interior, pero si la cara es el espejo del alma, el cuerpo entero también lo es, y esa chiquilla tiene un peazo alma que es para canonizarla y peregrinar.
Olor a mentira
Hay cosas que no cambian. El sol, que siempre sale por el este y se esconde por el oeste, los chinos que tienen los ojos rasgados, respirar, la sensación de humedad cuando te mojas..., o la pretenciosa cadencia del sentimiento de lastima hacia ti misma.
Vives hurgando en la basura. Así no se puede pretender oler a fragancia de "Vichy de roses", por mucha que te eches.
Vives hurgando en la basura. Así no se puede pretender oler a fragancia de "Vichy de roses", por mucha que te eches.
Valores familiares
.—Perdí la virginidad con mi tía Ascensión una tarde que mi madre tenía que ir al notario y no sabía con quien dejarme. Mi tía se ofreció y pasé las mejores dos horas de lo que, hasta entonces, había sido mi vida, si no contamos la película E.T.
Yo me sentí obligado.
—Yo tuve que pagar.
—No es lo mismo —contestó sin pestañear.
Entonces dejó que un silencio hablara.
—Bueno —insistí yo intentando que se explicase—, hubo sexo pero no amor ¿tú estabas enamorado de tu tía?
—A mi tía no la quería ni su perra.
—Entonces ¿dónde está la diferencia?
Tras otro silencio que llegó a ser escandaloso, contestó.
—Ella me enseñó el verdadero valor de la familia. La familia está para joderte.
La vida en un tambor
Cuando octubre amanece Rogelio despierta nervioso y excitado. Su madre, que conoce el motivo, se siente feliz y va temprano a su habitación para bañarse en la ilusión de un niño de treinta años.
—¿Ya es la hora? —dice Rogelio sorprendiendo desde la oscuridad a la sombra que callada intentaba sorprenderlo —Buenos días mamá.
—¿Ya estás despierto hijo?
—Hoy empiezan los ensayos —dice en una sonrisa que acaba comiéndose la frase.
Rogelio se derrama fuera de la cama y una viva luz que no es eléctrica lo inunda todo. Su madre contempla como él no atina a vestirse y se pone los zapatos antes de quitarse el pantalón del pijama con un rostro embobado.
—Esta mañana me darán el tambor ¿sabes? —ella asiente como hizo cada hora del día anterior, y el de antes, y el otro…—ojalá me den uno nuevo, los nuevos suenan más fuerte ¿sabes?, es por la piel que aún no se ha destensado de tocarlo, me lo explicó el hermano mayor ¿sabes?—Rogelio intenta quitarse el pantalón y se hace un nudo con los zapatos.
En la iglesia un barullo desprende una tristeza que se propaga como una marea negra haciendo que el lunes santo se convierta en viernes de dolores. Rogelio apoya su mano en el tambor y acaricia su tensa piel. Don Tomás, el hermano mayor, se le acerca y se sienta a su lado.
—Es un buen tambor el que te ha tocado este año Rogelio.
—Sí. Suena muy fuerte.
—¿Sabes? Podemos hacer una cosa si quieres.
Rogelio rompe a llorar.
—¿Por qué no lo guardas en tu casa hasta el año que viene?
Rogelio vuelve la cabeza y una chispa en los ojos se le enciende.
—¿De verdad?
—Sí, Rogelio, de verdad.
Fuera de la iglesia sigue lloviendo.