martes, 14 de septiembre de 2010

Volver mañana

—Disculpe, ¿me podría decir dónde está este corazón? —le mostré la foto.
El funcionario me miró molesto desde su refugio acristalado, sin duda le había interrumpido en lo que estuviera haciendo que, aparentemente, era nada.
—Ventanilla 112 —me dijo.
Me apresuré consciente de que podía resbalar en el recién encerado suelo, atravesé un pasillo largo y acabé en una estancia llena de ventanillas. Mis pulmones se expandían buscando aire por la frenética carrera. Busqué el número sin detenerme, estaban dispuestos correlativamente.
Al llegar a la mía, había una cola enorme.

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