Siempre adivino que eres tú
cuando el teléfono suena
con la misma melodía.
O quizás es que siempre temo que seas tú
cuando la misma melodía suena.
No sé qué hablarte
mientras tus reproches suenan, ya
a una misma melodía
aunque
entre requiems, a veces suena un piano.
No sé qué decirte
para afinar
esta eterna despedida.
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