lunes, 30 de agosto de 2010

Deudas y balances

Me acuerdo de ti
cuando estoy triste.
Y de ti, y de ti, de ti también
quizás porque una vez te sentí triste
y no supe hablarte.
Eso te debo
y por ello me acuerdo de ti
intentando pagar con el recuerdo
lo que, sin duda, te debe mi voz.

Hablando de todo un poco

¿Por qué es tan difícil?
Dame una respuesta sencilla,
una que pueda manejar
romperla en mil trozos
matarla
y así
poder llegar a ti
siendo yo
y no ese extraño.

Barrotes

A veces soy cárcel
y pongo barrotes de silencio
rejas, que no dejan entrar
ni me dejan salir.
A veces soy cárcel
y carcelero.

Non cuitas paraverum

A la rata —explicó el Nini— no se la puede envenenar, pues entonces no se la puede comer y si te la comes andarás con cagalera tres días con sus tres noches y si no comes sopa de hinojo arrancado a la luz de la luna se te echará la sangre a perder y se te volverá negra. A la rata hay que matarla de un solo golpe debajo del hocico, hundiéndole los dientes que le crecen sin parar y se comunican directamente con la cabeza, al hundirle el hocico le matas el cerebro y se queda con la sangre aún circulando por el cuerpo, así duran frescas seis horas. Esa es la forma de matar una rata.

El Nini (homenaje a Delibes)

—Tenemos que preguntárselo al Nini, él lo sabrá.

La niña se llevó al mano a la boca intentando sujetar el espanto que le producía la propuesta de su amigo Marcelo. Su madre se lo había repetido desde que la razón hacía uso en ella: “no te acerques al Nini, tiene tratos con el demonio”, desde que esa frase quedó recogida en su cabeza lo evitaba. Salvo aquella vez que coincidieron en el ultramarinos, ella fue a comprar un quinto de garbanzos para echarlos al arroz cuando lo vio trasegando con botes de veneno en el estante pegado al de los garbanzos. Debía haberse ido pero no lo hizo, se acercó intentando flotar por el suelo y desprenderse de su propio olor pero el Nini volvió la cara justo cuando echaba mano a los garbanzos. Se le quedó fijo en la cara mirándola tan profundamente que se sintió palpada.

—Esta noche sangrarás —fue lo único que le dijo.

Ella salió corriendo olvidando los garbanzos y su madre solo pudo hacer arroz al que echó el cuartillo trasero de la rata que había comprado el día anterior a tío ratero. Las ratas se venían gordas ese año.
Cuando despertó se echó mano a la cara con un susto capaz de matar y suspiró al no encontrarse sangre. Aún temblando apartó el saquito relleno de alfalfa seca que le calentaba en las frías noches del llano y descorrió un pie para bajarse del catre cuando vio la mancha en las sábanas y entre sus piernas.

—No, al Nini no —le suplicó al Marcelo que mordía una paja para, según él, hacerse pensar.
—Pues entonces la perra morirá y tú te quedarás más sola que la una, sin madre y sin perra. Esto solo puede arreglarlo el Nini.
—Hace días que no le veo —intentó por último.
—Yo sé donde está, anda en las cañas con tío ratero vigilando las rateras, es época de cría y espantan los hurones para que no se coman las camadas, pero volverán para San Patricio y entonces, si aún vive la perra, hablaremos con él.

Ella no sabía cuando era San Patricio, pero por un instante deseó que la perra muriera para Santa Águeda, su santo, que era el domingo.

sábado, 28 de agosto de 2010

Espacio

Hoy,
húmedo aún del ayer
seco mis ropas al sol del momento.


Agitar antes de usar

Cómo escribir poesía,
cuando el sentimiento es blanco y liso como un papel.
No es posible escribir poesía
vestido de domingo, con el pelo engominado
y la pasión de un saludo en el ascensor.
Sin llagas que supuren ni rotos que coser.
No es poesía lo que no se siente,
no es sentido lo que es ausente de dolor,
y no hay dolor en los días de la semana.
Ya no puedo escribir poesía
sin noches en vela,
ni barcos donde naufragar.

El mono Antxón


El mono Antxón tiene los brazos peludos y por eso no le compran una camisa. A Antxón le gustan mucho las camisas a cuadros y sueña con tener una, de larga manga y puños blancos pero la gente le dice: los monos no lleváis camisas porque tenéis pelos en los brazos. EL mono Antxón llora y suspira por tener una camisa a cuadros y se pone triste cuando le dicen que no.

El mono Antxón ha robado una depiladora, una máquina para quitarse los pelos. Se lo ha visto hacer a Doria, la mujer del cuidador del zoo. El mono Antxón se la quitó cuando Doria estaba depilándose las piernas y fue a por una coca-cola, la cogió sin permiso y ahora la pasa una y otra vez por sus brazos. Pero el mono Antxón no sabe que hay que encenderla con un botoncito. Así que no se le quitan los pelos.

Un día, accidentalemnte, mientras estaba observando muy de cerca a la depiladora la encendió sin querer con la nariz y se afeitó la mitad de la cara. Muy contento, se puedo manos a la obra y se depiló los brazos. Después fue a que su cuidador le comprara una camisa de cuadros de manga larga. Pero el cuidador reconoció la depiladora y se enfadó mucho.

Ahora el mono Antxón es el mono más raro del zoo pues tiene la mitad de la cara afeitada y ni un solo pelo en los brazos.

el tobogan

Hay un niño enfadado en el fondo de la habitación, se nota que lo está pues tiene la cara arrugada en una mueca que no deja de ser graciosa, sin embargo sus ojos destilan odio.
-¿Qué ocurre? —me atrevo a preguntarle.
-Quiero un tobogán.
-Bueno, eso no parece muy difícil ¿Por qué no se lo has pedido a los Reyes Magos?.
-Lo he hecho y me han traído ese —dice señalando un tobogan amarillo que yo no había visto. Después sigue con la explicación—, pero el que yo pedí era uno largo. Uno que llegara hasta el mar.
-Ah!, al mar, ni más ni menos.
-Sí, nunca me han llevado al mar y yo quiero ir al mar, el tobogán era una buena idea pero no me lo han traído, ahora jamás iré al mar.
- Pero...¿Por qué?, eres muy pequeño, tienes mucho tiempo para ir al mar.

El niño me miró y despacio se quitó la gorra que le cubría la cabeza. No, él jamás iría al mar.

viernes, 27 de agosto de 2010

A, de quizás.

Algunas veces, la vida de alguien que se dedica a escribir, sin ser escritor, transcurre entre sus escritos.
Es en esas ocasiones cuando realmente odio no ser escritor.

el pez

Había pasado el día trotando con sus pensamientos, sin detenerse especialmente en ninguno. Ponía el cebo de manera mecánica, primero abría la lombriz, después la partía en pedacitos que ensartaba y ataba con sedal al anzuelo para, finalmente, lanzar la caña con fuerza. El carrete producía un sonido metálico al desenrollarse. Después volvía a tararear imágenes en su cabeza.
Apenas sintió el primer tirón supo que era grande, le dejó sedal para evitar que se rompiera, el hilo se hundió rápidamente en el agua y aprovechó para afincarse con las botas en el lodo. Enrolló despacio la caña hasta que sintió el peso del pez y dio un fuerte tirón, el animal saltó del agua mostrándose. Era el más grande que había visto.
Estuvieron luchando durante dos largas horas, ambos esperaban lo mismo, que el otro se agotara, que se rindiera. Sin embargo, la lucha era desigual en sus comienzos pues el pez lo hacía por su vida y el hombre no. El pez cedió.

Lo cogió entre sus manos y sacó la mitad de su cuerpo del agua, era un hermoso ejemplar. Sin duda el más bonito que había visto nunca. Tenía el cuchillo en la cercana orilla, el pez boqueaba por el esfuerzo y la falta de aire, pesaba. Pesaba mucho.
Arrastró el pez a la orilla y cogió el cuchillo, soportó el peso con un solo brazo y el pez se movió a punto de quebrarlo pero el hombre aguantó. Decidido, asestó un certero tajo cortando el sedal, después arrojó el cuchillo. Introdujo su mano en la boca y le quitó el anzuelo.
Un hermoso ejemplar.
El hombre lo dejó ir acariciándole el lomo sabiendo que ese pez jamás volvería a ser pescado pues los peces aprenden, igual que los toros.

Siempre que contaba esta historia en los bares de pescadores terminaban preguntándole lo mismo.
¿Por qué?
Y él siempre daba la misma contestación. Pesaba demasiado.

jueves, 26 de agosto de 2010

Pasado pluscuamperfecto

Escribir se vuelve un espejo. De eso te das cuenta cuando relees escritos propios y antiguos. Muchas veces no te reconoces en ellos y llegas dudar si, en realidad, son tuyos.
Mios no son, desde luego.

Historia de un silencio


Si estas palabras que escribo
no hubieran muerto en mi boca
que entre dientes apretados
las dejaron sin nacer.
Si sin oírme me hubieras oído
cómo esculpía tu cuerpo en roca
imaginando en él mis manos
andándote despacio, sin correr.


Si no estuviera prohibido
por esta razón que se ha vuelto loca
te hubiera envuelto en un abrazo
para que hubieras mirado mi querer.

Si mi silencio hubiera sido grito
si el mar crece cuando un río se ahoga,

hoy te vi más guapa que nunca
y me callé palabras,

y me ahogué en tu sombra.

Reglas

Siempre es mejor callar cuando no se tiene nada interesante que decir. Esta regla tiene tres excepciones: Cuando te estás ahogando, cuando te preguntan por una calle y cuando una mujer te dice una frase que empiece "no hace falta que digas nada..."

El regreso

Lo que realmente restringe el buceo con aire comprimido es la narcosis de nitrógeno o borrachera de las profundidades, limitando la profundidad a 30 metros. SÍNTOMAS: Disuelto en el tejido cerebral, el nitrógeno actúa como un gas anestésico: Sensación de tranquilidad, dificultad de concentración, euforia o pérdida de la noción de peligro. Finalmente Inconsciencia.  

Siempre estuvo un poco loca, insistió en bajar. Yo iba recitando la tabla del nueve, cuando me percaté que tenía dudas en la solución de 9x3, dejé de descender.
Ella se perdió en la bruma de las profundidades, aún veía el brillo de su linterna, dudé en perseguirla. Un vistazo a mi manómetro de aire terminó por decidirme, la aguja marcaba la zona roja.
Tenía que subir o me ahogaría.
Todos los años regresaba al mismo sitio y hacía una inmersión cada vez más profunda, el curso de nitrox me permitía bajar con relativa seguridad más metros.
Ese verano, a la luz de mi linterna me pareció ver un reflejo: es ella —pensé—. Tenía que recuperar el cadáver. Comprobé el manómetro, marcaba 150. Aún me quedaba suficiente aire.
Y bajé.
Bancos de sargos me rodeaban pero no había venido a ver peces. De pronto apareció, me cogió de la mano y dijo:”Ven, ahí abajo está la felicidad”.
No lo dudé.

En la noche sonó un portazo

Al ver la moqueta se fijó en sus zapatos que estaban tan llenos de barro que le pesaban. Como su alma. Pensó en quitárselos. Pero en lugar de ello cerró de nuevo la puerta y se fue para siempre.

martes, 24 de agosto de 2010

En un bar, casi a oscuras

Cada día se hace más y más grande, el hueco que dejamos de rellenar con paletadas de tú, de yo. No suman las ganas que dejamos a la fuerza, sin caer en la tentación de explicar las razones, haciéndolo pues, más difícil. Y es que motivos nos sobran, tanto para ir, como para venir. Tantos que no pueden ponerse en una balanza, sin que los platillos, en lugar de juzgar, se rompan.

Queda un bar casi a oscuras, donde nuestras almas hablan a solas, apenas iluminada por la luz que encienden nuestros cigarrillos que elevan humos que hacen visible nuestro interior. Quizás deshecho, quizás desapareciendo.

No puedo apagar una voz que me habla. Ojalá se callara ya.

Sucesos

Hoy, al despertar,
un sueño violé.
Y al morir
se negó a llevarme con él.

lunes, 23 de agosto de 2010

espinas


Y a la tercera, ella, tampoco se dió por vencida, así que él cogió una rosa y, aprisionando su cabeza contra el suelo, empezó a golpearla, una y otra vez, tan fuerte como fue capaz y mientras, con voz melosa, le repetía: te quiero, te quiero, te quiero. Y así continuó hasta que el último pétalo se desprendió y solo quedaron espinas.

Yo lo vi, así sucedió.

círculos


Creo que, en el fondo, cada una de nuestras vidas son círculos, solo sabemos andar alrededor de nosotros mismos, buscando “eso” que nos falta, y usando “aquello” que nos impulsa.
Por eso, siempre encontramos lo mismo. Una y otra vez.

La noche y la espada






Hoy vengo a matarte, noche

a enseñarte el reflejo de mi daga

a buscarte aunque te escondas

ya no verás más el alba


Te escucho sombra herida

dime qué le hice a tu alma

para que quieras mi muerte

hundiendo en mí tu espada



Te mato porque soy celoso

de tu luna, tus estrellas y tus hadas

estoy aquí porque tú me robas

un corazón, ... el de mi amada


Eres loco y amante

justo lo que por mis dominios andan

pero yo soy espacio y no hombre

yo tengo lugar, pero no alma.



Pero eres tú quien la mira

asomándote a su ventana

desnuda con su piel oscura

antes de irse a la cama,

eres tú quien la arropa

cuando vierte sus lágrimas

mientras escribe versos heridos

que después abren mis entrañas,

eres tú quien duerme con ella

y en sus sueños quien la abraza

eres su amor escondido.

Tú eres quien roba a mi dama.


Soy amante de la luna

poseedor de reflejos y miradas

soy esa inoportuna

que interrumpe la vida hasta el alba

soy amiga de la muerte

que viene a verme, en silencio, pues no habla…



Y sí, soy su amante ...,el de tu amada

que me mira preguntando

donde está lo que le falta.


Y yo le digo al oído

que te vi entre sombras



Y ella qué te dice?


Ella no me dice nada.



miércoles, 18 de agosto de 2010

manolo

Tengo un nuevo amigo, se llama Manolo. En realidad es un vecino y solo hemos salido tres veces juntos con la bici pero los tíos somos así, necesitamos poco para establecer un nexo que acabe en amistad, y esto acabará en amistad. Hoy, después de la ruta, me ha sugerido tomar una cerveza en su casa, lo ha hecho de corazón pero yo he rehusado, no me fío de su mujer.
Mi nuevo amigo Manolo me recuerda a Alfredo Landa en aquellas películas del "macho ibérico", por ejemplo, hoy me ha contado una anécdota muy buena que sirve de ejemplo gráfico.

Manolo emigró a Barcelona y estuvo trabajando en el transporte durante años, después volvió a Jaén. En una de sus primeras salidas fue a Granada, a la Alhambra, y se encontró con una gitana que le leyó la mano y le pidió mil pelas. Manolo le dijo que nones —bueno es Manolo—, pero apareció un gitano con patillas y le dijo algo como..."tú verás, o pagas, o esta te echa un mal de ojo que te dura esta vida y la siguiente"...; Manolo pagó, pero esa puntilla le escoció. Al día siguiente se fue al hiper que hay en Granada junto a la estación de autobuses. Según Manolo, en aquellos tiempos acababan de poner lo de los carritos con monedas y en Barcelona aún no había de esos, así que cuando llegó al hiper vio a un señor que estaba descargando el carro y se lo pidió, el susodicho señor le dijo..."sí, por supuesto, pero me tienes que dar cien pesetas"...,Manolo, que aún estaba escocío por lo de la gitana le contestó..."y un par de cojones te voy a dar ¿es que el carro es tuyo?"...a lo que el señor del carro contestó, bueno, pues si no me los das a mí, tendrás que meterlos en el carrito cuando lo cojas de la hilera...Manolo comprendió entonces y quiso que se lo tragara la tierra. Pero así son los Alfredos Landas, ellos disparan primero.

Fases

La realidad es interpretada, por ello no existe una realidad. Uno puede pensar que hechos como las fases de la luna son eso y nada más, y para todos. Pero hasta en las evidencias más contundentes hay más de una interpretación, pues yo no vi la luna crecer y morir, sino un resumen de lo que fuimos tu y yo.

lunes, 16 de agosto de 2010

Halleluyah'


Hay adioses que no despiden y holas que no saludan. Como hogares que no abrigan, sábanas que despiertan limpias tras noches enredadas y pasiones sostenidas con apenas pespuntes de hilos mal cosidos. Es el martillo que golpea al yunque una y otra vez, como si pretendiera romperlo para conseguir, apenas, una música constante y monótona que esconde el ruido de su derrota. Nunca fue intención del rio horadar la montaña, como tampoco quiso la palabra siempre durar eternamente. Casi nunca es siempre. Casi siempre se acaba. Y moverte entre sombras no evitará que te alcance, una luz, un relámpago, un rayo infinito, un latido que te recordará el compás de esa suerte a la que debes cualquier respiro, todas tus mañanas y solo algunas de tus noches. Esas en que pudiste mirarlas a los ojos y dormir tranquilo, incluso morir.

Mary



A veces me ocurre. Es como un trance, una posesión, ¿no os pasa? Puede ser una canción que se mete en tu cabeza y tú solo puedes tararearla de modo cansino, se convierte en una especie de respiración y no puedes hacer nada para evitarlo.

domingo, 15 de agosto de 2010

melodía

Siempre adivino que eres tú
cuando el teléfono suena
con la misma melodía.
O quizás es que siempre temo que seas tú
cuando la misma melodía suena.
No sé qué hablarte
mientras tus reproches suenan, ya
a una misma melodía
aunque
entre requiems, a veces suena un piano.

No sé qué decirte
para afinar
esta eterna despedida.

Pensamientos ocultos

Creo que el olvido es como un tapón para una bañera más o menos llena de agua. Solamente hay que olvidar a tiempo, antes que este se ocupe de tergiversar los recuerdos y de lugar a que se desborden, te inunden y terminen ahogándote.

viernes, 13 de agosto de 2010

Vacío



Y no sé dónde quedó todo eso, ni cuando perdí aquel secreto, no sé cuando vino esa tormenta, de grandes olas y buques hundidos, de rayos hirientes y truenos en voces, repitiéndose como ecos en un mar sin consuelo. No sé dónde quedó la brisa, la verde hierba, la nieve perpetua.