lunes, 15 de junio de 2020

Quiero ser Sabina de mayor

Y tras la oscuridad que supone acabar el día, sin más por hacer, con la tarea acabada y los dioses dormidos, toca la penumbra de la vida, la sombra del consuelo, el tiempo de la basura donde nada ocurre y el salvoconducto está siempre firmado. Entonces me convierto en palabras entre paréntesis donde la importancia de lo importante no importa. Tengo eso que casi nunca tenemos: tiempo. Mi tiempo. Y puedo nadar, o volar o no hacer nada. Me gusta no hacer nada, elegir no hacer nada es como hacer un corte de mangas al despertador y al telediario, a lo que se supone, a seguir esperando la felicidad en un paquete con lazo y sin nota, a la mierda de la rutina. Ya casi sin día me gusta pensar que soy Sabina, e insulto a lo que se espera para convertirme en lo que me apetece, sin pensarlo dos veces ni volver atrás. Sin pasado ni presente, abrazando el mar de mí mismo, nadando sin un rumbo ni brújula que me guie. Es entonces cuando pienso que una vez el amor me reventó, cuando fui grande para después hacerme pequeño, otra vez.
Silencio, esa esperanza donde todo puede suceder. Sin tiempo en este día, lo tengo para acabarlo como a mí me gusta. Tirando migas de pan que me enseñen el camino de vuelta para mañana, si lo hay. Y si se acaba poder decir que fui Sabina, a la vuelta de una esquina, donde terminaba una vida que entre paréntesis, no fue un sin vivir.

1 comentario:

  1. Tus letras ya son como las de Sabina. Desde hace mucho tiempo. Pero tú eres más guapo que él. ¡Dónde va a parar!

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