miércoles, 10 de junio de 2020

Antes de amanecer

Quedando únicamente cenizas tras los fuegos de aquel amanecer, no pude soportar la espera a unas palabras que no quería oír y así, antes de que nacieran, decidí huir. O quizás no fue una huida. Sí. Ahora que lo pienso. Quizás solo otra batalla perdida. Estamos de acuerdo. Así que rendido dejé mi bandera blanca sobre las sábanas para que no hubiera duda y busqué ayuda en el amanecer que mientras terminaba de llegar, limpió mi cuerpo con esa fragancia de olor a nuevo, de vida estrenada, sin un pasado con porvenir. En esas estaba, frente a frente con la oportunidad de una posible redención y sin querer volver la mirada para no ser de nuevo vencido, un certero disparo me alcanzó. Apenas un —hola— en la frente, entre los ojos, inesperado, mortal. Y ya muriendo pude comprobar que mi armadura era de papel, tejida apenas con hilos, transparente como una vena con sangre bajo la piel. Así que muerto como estaba no quise ver amanecer. Se lo dejé a los pájaros, a los hombres, al horizonte. Se lo cambié por nada y allí mismo me enterré, donde la aurora duerme justo antes de nacer.

1 comentario:

  1. Estoy seguro de que habrá una segunda parte donde sí veas los amaneceres, seguro cambiando los disparos por besos o abrazos. La alegría siempre nace de abonar la tristeza.

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