Bajo la encina de un bosque que no existe, no estoy sentado a la sombra de un día soleado. Tampoco hojeo un libro. Ni escucho los sonidos de mi alrededor. Bajo la encina de un bosque que no existe, no marcaré en su tronco un nombre, ni un corazón. Ni respiraré aire puro. Ni cogeré tu mano para pasear en un camino que no existe en un bosque que no existe. Tampoco beberé agua de una fuente, ni reiré palabras que no fueron dichas por tu boca que ya no está. No tocaré tu pelo, ni nombraré tu nombre. Ni tendremos más hijos que nunca reirán entre columpios y que jamás nos llamarán por la noche. Bajo la encina de un bosque que no existe. No estoy yo, ni estás tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario