Bajo la encina de un bosque que no existe,
no estoy sentado a la sombra de un día soleado.
Tampoco hojeo un libro.
Ni escucho los sonidos de mi alrededor.
Bajo la encina de un bosque que no existe,
no marcaré en su tronco un nombre,
ni un corazón.
Ni respiraré aire puro.
Ni cogeré tu mano para pasear en un camino
que no existe
en un bosque
que no existe.
Tampoco beberé agua de una fuente,
ni reiré palabras que no fueron dichas por tu boca
que ya no está.
No tocaré tu pelo,
ni nombraré tu nombre.
Ni tendremos más hijos que nunca reirán entre columpios
y que jamás nos llamarán por la noche.
Bajo la encina de un bosque que no existe.
No estoy yo,
ni estás tú.
La verdad se empieza a entender cuando comprendemos que este mundo es efecto y no causa. El tiempo solo tiene sentido en un mundo donde las cosas cambian o terminan, pero si no existe el tiempo, entonces tampoco existe el mundo donde tiene sentido: este mundo.
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