domingo, 29 de septiembre de 2024

El bosque

 


Maestro ¿Qué es la mente?

La mente es la suma de pensamientos que conecta el Todo y a todos, desde donde surge lo que Es y lo que no es, y su extensión abarca desde la ausencia de principio hasta un no final. La mente es…, como un bosque.

¿Un bosque, maestro?

Verás. 

Con cada creencia que adoptamos, se planta un árbol en el firmamento. En este bosque hay árboles de todos los tipos, los hay que creen que son mejores que algunos, y plantan árboles frondosos, los hay que piensan que son peores que otros y plantan árboles pequeños y retorcidos. Los hay de todos los colores, tamaños y formas. Y se corresponden con creer que somos culpables, carentes, especiales, únicos, solos, o cualquier ilusión a la que otorgamos realidad.

Pero en este bosque hay un árbol que es distinto a los demás. Indistinguible entre todos. Parece uno más. Pero si un incendio arrasara el bosque, este árbol no se quemaría pues fue plantado invulnerable. Si la sequía menguara, por falta de agua, el crecimiento del bosque o, por el contrario, un periodo de bonanza multiplicara la grandiosidad de cada árbol, del que hablamos ni achicaría, ni ensancharía pues fue plantado inmutable. Y cuando los eones de tiempo hagan que el bosque sea heredado por los hijos de los hijos de los hijos de aquellos primeros árboles, el señalado será el de siempre pues fue plantado eterno.

Ese árbol es distinto pues fue sembrado por la verdad. Y la verdad es lo que es, no es una creencia. 

La mente es todo: el Yo Soy y el yo creo. 

Y el que busca la verdad entre las ilusiones de las creencias, busca algo que recuerda. Apenas un susurro perdido en el tiempo. Busca eso que siempre fue y que siempre será.

Busca ese árbol.

Te buscas a Ti porque Tú eres ese árbol.






viernes, 20 de septiembre de 2024

Lo que nos impide cambiar

 


Maestro. He estudiado Annapanassatti durante cinco años. Después shamata durante otros cinco. Ahora llevo dos años estudiando vippassanna

Sí.

¿Por qué? ¿Por qué hace falta tanto tiempo? ¿Por qué es tan largo aprender?

Entraste al monasterio con doce años ¿verdad?

Sí, maestro.

Cuando entraste, ¿qué traías contigo?

Un jergón, apenas. Con algo de ropa y algún recuerdo de mi familia.

Algo más traías ¿no?

No.

Sí. Traías tus ideas acerca de quién eras. Tus creencias de cómo funcionaba el mundo…, de lo que era el mundo. Traías tu mente ocupada ¿No es así?

Sí. Supongo que sí.

En estos doce años, en realidad, no has aprendido nada. Lo único que has hecho ha sido comprender algo muy difícil de aceptar.

¿El qué, maestro?

Lo que nos impide cambiar.

¿Y qué es?

Tener una mentalidad abierta, no es entender tal o cual cosa diferente a lo que creemos. Por ejemplo. Si yo creo que mi seguridad depende del dinero que atesoro, puedo entender a alguien que diga que la seguridad no reside en el dinero. Puedo entenderlo, y siempre que no me soliciten desprenderme del mío, no habrá ningún problema. Y podré decir: tengo una mentalidad abierta. Entiendo que haya gente cuya seguridad no resida en el dinero ¿Comprendes?

Sí.

Pero eso no es tener una mentalidad abierta. Solo es comprender una frase. Abrir nuestra mentalidad es estar dispuestos a abandonar nuestras creencias para adoptar otras y ver qué ocurre.

Pero eso requiere fe.

La misma que tenemos en que el dinero nos da seguridad. La fe siempre está. Lo que tenemos que cambiar es hacia dónde dirigimos esa fe. El objeto de la fe.

Sí.

El tiempo solo es necesario para abandonar nuestras viejas creencias. Cuando lo hagas, podrás adoptar las nuevas y ver cómo te va con ellas. Y cuando estés listo para eso, si escoges bien, comprobarás que el tiempo deja de existir.

 

Gracias.

lunes, 9 de septiembre de 2024

La belleza




Maestro. Asistí a una disertación perturbadora.

Cuéntamela.

Se defendía que somos producto de una casualidad afortunada. Un azar. Simplemente se dieron las condiciones entre nucleótidos, temperatura, humedad y oportunidad. Después todo fue fruto de la evolución. La evolución nos hizo más grandes, más fuertes, más listos.

Así que solo somos afortunados. Y nuestro único motor es la supervivencia.

Sí, maestro.

Continuar sobreviviendo como pago a aquel azar que nos bendijo. Ese es nuestro propósito.

Sí, maestro.

Bien, dime ¿Dónde, entre vísceras, sangre y tendones, se esconde la belleza?

¿Cuál belleza?

La que siempre buscamos. La que encontramos en la melodía de una canción, en un cuadro, en las facciones de un rostro. En un poema que te eriza la piel. En un gesto que te hace llorar. La belleza que buscamos la tenemos dentro y la proyectamos fuera. Me siento bello y proyecto esa belleza en una composición que impregna el sentimiento del que surge. Y este es reconocido por otros.

Dime, ¿Por qué la belleza?

La belleza no nos hace más grandes, más fuertes ni más listos. La belleza es un atisbo de algo mayor a la propia belleza. Es un rastro. Una huella. Es un lenguaje común. Algo que nos une y nos iguala.

La belleza no sirve para correr.

La belleza es luz. Un reflejo, quizás, de algo llamado amor.

 ¿Y puede ser el Amor una casualidad?