lunes, 29 de marzo de 2021

Fagocitosis

 Tanto la amaba que la rodeó con sus brazos y, en nombre del mismo amor, apretó tan fuerte que ella desapareció en su interior.

Se encontró con una colección de almas que intentaban moverse entre estrechas paredes de vísceras con caras tristes y suplicantes. Ella miró tan terrible escena con desconfianza y a pesar de que su cabeza entendía, su corazón lo disculpó pues tal era su amor por él. De pronto sintió la inmensa necesidad de respirar y oteó intentando encontrar un sitio despoblado.

Recordando un viejo cuento de su padre se dejó escurrir entre la sangre confiando que fuera el camino adecuado. Llegó a una estancia vacía donde pudo estirarse sintiendo un momentáneo alivio.

Fue cuando comprendió que estaba en el corazón del hombre cuando ya no pudo parar de llorar.


lunes, 22 de marzo de 2021

Tarde de toros

 El morlaco salió por chiqueros con las dos manos en alza, como pidiendo pelea, sin estar dispuesto a morir. La sangre le enervaba y se puso a recorrer el coso que gastaba arena bajo sus pezuñas, la mirada alta, la cornamenta dispuesta y el ojo avizor. Buscando el reto. Trapos rojos vestían de negro su iris atento al movimiento y cargaba con violencia contra las tablas, repitiendo, pero sin demorar la espera pues los reyes no esperan.

La muleta delató su intrusión y el rey no dudó ni un instante. La carrera se vino larga y el maestro estuvo hábil en el lance enseñando el aire tras la muleta que el toro mató. Se revolvió girando la cabeza  en un torniquete, la segunda no se tardó más que un suspiro y el baile fue a manoletina con la muerte pasando demasiado cerca de la femoral.

—Amarra maestro, que ese busca y encuentra —dijo el subalterno parapetado—dale cambio para que no aprenda.

El sudor del torero manaba de su frente a chorros, las cejas se desbordaban y el escozor le avisaba del dolor, del que podía sentir. Entre esas brumas escuchó y al tercer embiste giró redondo, en la emoción de bailar con la muerte soslayó el pecho con el pase en alto. El gris ceniza pasó hasta el rabo y la plaza vibró en una sola voz. 

Olé!

Suena el sol alto en la plaza, proyectando sombras cortas que avivan el sudor en el tendido, la atmósfera se vuelve irrespirable en la arena y las ventanas de la nariz del matador arden intentando respirar un poco de aire. El sudor se evapora antes de caer al suelo que está seco como una tumba en el desierto y el toro, detenido en un instante que flota desdibujado en el calor, apunta en silencio a la figura que no es hombre. Su enemigo.

Las sombras se cruzan una y otra vez, pasando una encima de otra, sin chocar. La plaza se agota en la tensión de cada lance, y los torbellinos de chicuelinas, naturales y pases de pecho se detienen en un final que enfrentan cabeza y testuz, deteniendo el tiempo.

Olé!

Desaparece el engaño por la espada de matar, enfundada tras la muleta como un asesino esconde su daga. La bestia siente el cambio sin comprender, y escarba la tierra nervioso por lo que ha de venir. 

Suerte maestro.

Los pases cortos preparan la horca, la igualada llega siempre por casualidad y el torero busca la cerviz echando la muleta al suelo. Desenfunda el pincho lentamente para no distraer la atención del bicho que mira atento el rojo odiado, sube la mano hasta los ojos y apunta a la cruceta que buscará atravesar la piel sin tocar el duro hueso. Levanta la muleta, y decide traerse a la muerte.

Eh! Toro!

El animal se arranca buscando su vida, y el pincho se le hunde hasta el puño. El hombre gira en un último instante saludando a setenta centímetros de asta que pasa a su lado sin tocarle.

Olé!

Los pañuelos menean el aire provocando la brisa en la plaza, el toro está muerto aunque aún anda y se piden trofeos. Dos pañuelos apoyados en la presidencia los conceden, concediendo a su vez una tarde de triunfo al matador. Hoy ganó, y el mundo es suyo.

El toro hinca de manos para ya no levantarse, y sólo la raza mantiene su enorme cabeza que ofrece a su ejecutor. 

Descabello en mano, el matador besa el morro del morlaco en señal de respeto, antes de despachar la nuca que destroza en un certero y último pinchazo.

Olé!

Fue lucha con igual, tumba de reyes en una plaza de sol implacable, fue tarde de toros. Con la muerte como final, y la gloria como acompañante.


lunes, 1 de marzo de 2021

malos vientos

 


La proa salpicaba gotas de mar en cada zambullida, salvaje, cruel, indómita. Noté como el agua mojaba mi rostro y la sal se quedaba en mis ojos, irritándolos. La fábrica de vientos nacidos donde el océano se acaba arrojaba sus creaciones contra el casco desviando una y otra vez el rumbo. Empezó a entrar agua y yo no recordaba dónde estaba la bomba de achique.

No podía salir bien. Icé la mayor y el barco se estremeció, solté el timón y la proa trazó una curva girando hasta colocarse a favor del viento. Dejó de entrar agua, y el rumbo se fijó, el viento se convirtió en mi amigo y volamos sobre las olas. Entonces se acabaron las dudas y comprendí. No hay vientos malos ni buenos, sólo barcos mal orientados.