lunes, 17 de octubre de 2016

Cuerpos extraños

Es irreverente intentar convenceros de que mi vuelta a barrio infierno es algo distinto del deseo de revolcarme entre algo que, espero, sea peor que yo. El saber que eres mejor que algo es una droga que crea una adicción difícil de superar, quizás el buen coñac de trescientos euros la botella lo supere, pero no hay muchas cosas más.

….

Las cejas de Jacks, el barman de “Whales Tabern”, son susceptibles de ser peinadas. Siempre miro mi whisky antes de beberlo por temor a que haya un pelo de ceja de Jacks, estoy convencido que si me lo tragara se me atravesaría en la tráquea y moriría agotado de toser.  

Jacks no es un barman al uso, en lugar de escuchar tus penas, te cuenta las suyas. 

—Tengo un grano en el culo que me está matando —me dijo una noche—, he ido al doctor y me ha dicho que hay que sajarlo.

—Esos nunca dan buenas noticias—contesté.

—Quiere ciento cincuenta pavos. Yo le he dicho que se lo puede quedar después, pero es inflexible en su tarifa.

—Yo te lo hago por la mitad —ofrecí.

Jacks y yo desaparecimos en el almacén situado en la trastienda. En la barra se podía leer un letrero que decía: Vuelvo en cinco minutos.

Os ahorraré contaros cómo es el culo de Jacks pero sí os diré que el grano pesó dos  kilos y trescientos gramos. 

Después de aquello Jacks y yo intimamos, se nos podía ver en la barra uno muy cerca del otro contándonos confidencias, bueno, el que las contaba era Jacks. Yo lo escuchaba atentamente.

—Yo he nacido para ser barman —me explicaba— no me veo de otra cosa. Se puede decir que he encontrado el propósito de mi existencia.

—Enhorabuena —contesté. Jacks, percibió mi ironía.

—Puedes burlarte. Pero si te pregunto cuál es el tuyo ¿qué me dirías?

—Te he tocado el culo. Puedo decirte lo que me venga en gana.

El culo de Jacks empezó a ponerse negro gangrena, quizás debí lavarme las manos antes de la operación en rebajas, pero ya no tenía remedio. Jacks tuvo que ingresar en el hospital del centro de la ciudad y nombró a una testaferro para la barra. Recuerdo que antes de montarse en la ambulancia habló alto y claro dirigiéndose a la chica en mi presencia.

—No dejes que este te toque el culo —dijo.

 Jacks sobrevivió, pero ahora caga por una abertura en el codo.